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El hilo de la vida: tejido y cortado por mujeres, cuestionado por la sociedad

Actualizado: 30 abr

Por: Valentina Calderón Villada.

María Clara Medina Cadavid.


El aborto es un procedimiento amparado por la ley colombiana, sin embargo, solo el 5.1% de las mujeres conocen que es legal en todos los casos.


Se cuenta que un hombre y una mujer estaban escalando en las laderas del Monte Santa Helena en Estados Unidos. Ambos se amaban, se morían el uno por el otro. De repente, el hielo cedió y él cayó; ambos estaban atados por una cuerda y gracias a una uña de gato él se logró sostener contra la pared de hielo. Pero había una cosa, él hombre llevaba el morral más pesado. Ella en el risco lo siguió sosteniendo, mas no tenía la fuerza suficiente para levantarlo y él sabía que si caía la arrastraría, por eso le pidió que cortara la soga y salvara su vida. Ella le dijo que no podía hacerlo, pero él le replicó: si me amas, vive por mí. 


¿Cuántos de ustedes cortarían la cuerda? Según Claudia Avendaño, historiadora de la Universidad Nacional y profesora de la escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), este cuento “ha sido utilizado por muchas mujeres defensoras del aborto con la idea de que no están defendiéndolo, sino defendiendo el derecho a tomar decisión de las mujeres”. Para ellas, según Avendaño, aquella cuerda puede ser el cordón umbilical del cual el bebé está atado a su madre, pero es un momento tan crucial, tan íntimo y particular que alguien más no puede decidir sobre eso. 


En el 2006, la Corte Constitucional Colombiana legisló, por primera vez, sobre la interrupción voluntaria del embarazo. Sin embargo, 14 años después el debate sobre la legalidad e inconstitucionalidad del aborto sigue abierto y esto se vio reflejado en los últimos meses. La petición de Profamilia a la Corte Constitucional sobre despenalizar el aborto hizo que el tema estuviera de nuevo en la agenda nacional. 


En los últimos tres meses la agenda de los medios ha estado cubierta por diversos hechos relacionados con la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Ya no solo se trata del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, sino que se trata de todas la implicaciones sociales, culturales, legales y educativas que tendría la despenalización o penalización completa en el país.


Pero esta discusión no es algo actual. Claudia Avendaño devela toda esta “correspondencia embrujada” que permitió tener una noción del tema. Ella cuenta que antes el asunto era de las mujeres, no de los hombres y que, lo que existe, no es un contexto histórico en Colombia, sino de las sociedades, esto debido a que esta práctica anduvo en silencio, en clandestinidades y en correo de brujas, lo que quiere decir, comunicación a través de rumores, como la historiadora lo manifiesta.


Avendaño, además, cuenta que la historia comienza en las comunidades indígenas de América donde se realizaban abortos, más no se saben las razones a ciencia cierta del por qué lo hacían. Aunque es posible que fuera por control de natalidad, por el dictamen de un chamán por alguna exigencia particular de los dioses o cierto tipo de enfermedades que les hicieron recurrir al aborto. Incluso, existen documentaciones de que en Europa algunas mujeres se dedicaban a ser herbolarias y parteras. Estos personajes, importados desde allá, comenzaron a tejer una confianza especial con las mujeres en la colonia.


Ahora bien, hubo muchos incidentes donde las mujeres del común y las herbolarias eran juzgadas tras el velo de la religión y la ética. En ese entonces, los jueces y abogados eran hombres, y quienes culpan, por ende, eran hombres. Entonces, “aquella mujer que resultaba embarazada desde muy temprana edad y que, después de haber tenido 12 hijos, comenzaba a tener abortos consecutivos era tachada, simplemente, de no querer cumplir la voluntad de Dios” indica Avendaño.


Y, aunque eso se ve como algo alejado, en la actualidad los juicios morales, sociales y religiosos siguen ocurriendo. La mujer que interrumpe su embarazo de forma voluntaria sigue siendo tachada de perversa por la sociedad por matar a su fruto. Pero ya los juicios no son para mujeres y herbolarias, sino que también entran a ser juzgadas como perversas las instituciones o colectivos que, de alguna forma, buscan despenalizar por completo la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) para, de esta manera, ofrecerles seguridad a las mujeres que desean acceder al procedimiento.


María José Mejía, estudiante de psicología de la UPB y representante del Comité de Educación y Comunicaciones de la veeduría Vive, dice que mientras existan personas que juzguen desde la religión y el machismo siempre van a molestar a los defensores del aborto, pero que seguirán luchando por este derecho fundamental para las mujeres “la veeduría nació de un proyecto que quiere que se rompa con el estigma del aborto… porque es un derecho y porque es un tema de salud”.


Y es que muchos de los colectivos que apoyan la IVE afirman que el tema está más relacionado con el orden legislativo que con los pensamientos o ideales sociales que se tengan. Incluso, en el año 2000 se conforma Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), un grupo de mujeres creyentes que trabaja, desde la historia, el papel de la mujer en la Iglesia Católica y los Derechos Humanos, particularmente los derechos sexuales y reproductivos. Esta organización promueve la maternidad como una opción y no como una obligación: “Hasta María fue consultada para ser madre (Lucas 1; 34 – 38)”.


Sin embargo, la Iglesia sigue siendo radical frente al aborto y se sustentan en que la Constitución Política de Colombia defiende el derecho a la vida y considera que abortar es darle pena de muerte a un bebé. Ahora bien, desde el Código de Derecho Canónico hay eximentes y atenuantes que para este precepto; Bernardo Arley Aristizábal, sacerdote párroco de la parroquia Espíritu Santo en Rionegro, afirmó que, aunque se condena el aborto, cuando una mujer se acerca a pedir perdón debe ser acogida. “La posición de la Iglesia sigue siendo respetar el derecho a la vida… Si a mí se me acercó una mujer que abortó, la recibo con el mismo cariño… No podemos condenar ni a la mujer ni al niño”. 


Juicios y sus efectos

Por otra parte, Avendaño contó que en época anteriores las mujeres estaban convencidas de que abortar era pecado, específicamente el de no matarás.Ellas estaban convencidas de que “Dios lo iba a cobrar, pero a veces decían: acepto condenarme, acepto pasar el resto de la eternidad en el infierno, en una paila de de aceite hirviendo (...) El miedo es tan grande a la sociedad, al entorno, a sus relaciones afectivas y sociales que optan por eso [abortar] y se van a torturar toda la vida por lo que hicieron”. Y eso sigue pasando en la actualidad. 

Algunos piensan que las mujeres que se practican este procedimiento lo hacen para desencartarse, para poder seguir con su vida libertina o que lo hacen por diversión; sin embargo, algunas lo hacen por el miedo a ser juzgadas, a no poder sostener el bebé económicamente o por no sentirse preparadas para asumir esa responsabilidad. El embarazo desbarata todo su sistema.


No obstante, las mujeres que deciden abortar cargan no solo con los juicios de su entorno, sino que incluso tiene implicaciones psicológicas conocidas como el síndrome post aborto, aunque también es cierto que aquellas madres que asumieron esa responsabilidad sin sentirse preparadas también se pueden ver afectadas psicológicamente. Según Walter Agudelo, terapeuta del Centro de Familia de la UPB, pueden existir muchas implicaciones psicológicas para las mujeres, pero eso no significa que aplican en todas por igual. “Es muy fácil mirar desde un ángulo, pero en la medida que usted mira desde diferentes ángulos puede sacar una mejor conclusión. En mi experiencia como psicólogo, tengo los dos lados: la mujer que está vuelta nada porque no puede con el sentimiento de culpa, como la que no logra asumir la ternura, la verdadera maternidad y lo que hace es darle a ese niño como violín prestado, negarlo, rechazarlo y demás”.


Es difícil separar lo cultural de lo legal o político porque los humanos siempre van a estar inmersos en diferentes ámbitos que les ayudarán a formar sus opiniones y guiarán su vida. Sin embargo, el aborto sigue siendo considerado un derecho fundamental de la mujer por entidades internacionales como la ONU (Informe anual sobre los Derechos Humanos en Colombia) y el Estado colombiano (Sentencia C-355 de 2006), por lo que la discusión es política y no de orden moral. Como en el cuento, la mujer es quien tiene el hilo de la vida en las manos; es la que lo teje, la que lo construye y la que tiene derecho a decidir si se corta o no.


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