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Taylor Swift encontró su final feliz (y nosotros también)

Querido lector,


Agosto ha sido un mes perfecto para los swifties: anuncio de nuevo álbum, entrevista de Taylor en el pódcast de su novio y, como si fuera poco, la noticia de su compromiso. Cada vez que creemos haber digerido una sorpresa, Taylor llega con otra bomba que nos deja sin aliento.


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Siendo sincera, jamás pensé que veríamos fotos oficiales de su compromiso. Ella siempre ha sido reservada con esos momentos, así que lo máximo que esperaba era que un día apareciera en público luciendo el anillo, un poco como lo hicieron Zendaya y Tom Holland. Pero no: decidió compartirlo con nosotros y acompañarlo con el caption más divertido y dulce posible: “Tu profesora de inglés y tu profesor de gimnasia se van a casar”. Y eso lo hizo aún más especial.


La cercanía creció todavía más cuando, apenas unas horas después, Ed Kelce contó que Travis llevaba meses planeándolo, que él y Scott Swift ya lo sabían, que el jardín era el de su propia casa y que incluso las personas que organizaron todo seguían allí porque no alcanzaron a irse antes del momento. Fue casi como escuchar al suegro de tu mejor amiga contarte cómo fue toda la sorpresa.


Pero entonces surge la gran pregunta: ¿por qué nos emociona tanto?


En mi caso, esta es quizá la relación parasocial más intensa que he vivido. Cuando digo que siento a Taylor como una amiga cercana, no es una exageración. La he acompañado en cada etapa de su vida a través de sus canciones, y verla llegar a este momento de felicidad genuina me hace sentir que, de alguna manera, yo también celebro con ella.


Y creo que ahí está la clave: Taylor nunca nos ha contado su vida en entrevistas exclusivas o realities; lo ha hecho a través de su música. Cada álbum ha sido un capítulo íntimo que nos abrió las puertas a sus alegrías, sus dolores y sus dudas. Nos vimos reflejados en sus letras, crecimos con ella y hasta usamos sus canciones para narrar nuestras propias historias. Por eso, cuando hoy la vemos sonreír en un jardín lleno de flores diciendo “sí”, sentimos que también es nuestra victoria después de tantos años de acompañarla en altibajos.


La emoción no solo se trata de Travis, aunque claro que verlo tan genuino y orgulloso suma mucho. Se trata de que ella, esa mujer que alguna vez escribió sobre lo imposible que parecía tener un amor duradero, ahora está viviendo lo que siempre soñó. Y aunque sabemos que ninguna relación es perfecta, verla en un espacio seguro, amado y valorado nos llena de esperanza.


Porque, al final, Taylor siempre ha sido más que una cantante para nosotros. Es la amiga que te acompañó en la adolescencia, la confidente que puso palabras a lo que no sabías explicar, la narradora de tus duelos y, ahora, la prueba viviente de que sí existen los finales felices (o al menos nuevos comienzos llenos de ilusión).

Por eso, cuando decimos que estamos felices por ella, no es un simple “qué lindo, se casó”. Es un “gracias por dejarme acompañarte hasta aquí” y un recordatorio de que, aunque no la conozcamos en persona, lo que sentimos es real. Su felicidad se siente un poco nuestra.


Si has llegado hasta aquí, probablemente compartas conmigo esta sensación extraña pero maravillosa de estar celebrando el compromiso de alguien que nunca hemos visto en persona. Y aun así, la felicidad es tan genuina como si se tratara de una amiga de toda la vida.


Tal vez porque Taylor nos enseñó a creer en el amor a través de sus canciones, tal vez porque crecimos escuchando sus confesiones, o simplemente porque verla sonreír nos recuerda que los finales felices existen, incluso cuando la vida se empeña en mostrarnos lo contrario.


Así que brindemos por ella, por Travis, y por todos los que seguimos encontrando en su música un refugio. Porque, aunque no estemos invitados a la boda, el corazón nos late como si fuéramos parte de la lista.


Con cariño,

Valentina C. Villada.

 
 
 

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