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Lo que me dejó el 2024

Actualizado: 30 abr

Querido lector,


Decir que el 2024 fue complicado sería quedarme corta. Este año llegó con pruebas que no esperaba y con despedidas que aún pesan en mi corazón. Perdí a uno de los pilares más grandes de mi vida: mi tío. Su ausencia me ha dejado un vacío que no puedo llenar, pero también me recordó que el amor y los recuerdos no se van, simplemente cambian de forma.



Sin embargo, entre las despedidas, el 2024 también me regaló momentos que no cambiaría por nada. Descubrí una ciudad que se ganó mi corazón y que, por ahora, se queda como mi refugio soñado. También viajé con mi mamá después de muchos años. Ese viaje fue mucho más que turismo: fue reconexión, risas, anécdotas y un recordatorio de lo importante que es el tiempo compartido con quienes amas. Además, uno de los mayores milagros de este año fue la fortaleza de mi abuela. Después de un proceso de quimioterapia y una cirugía complicada, puedo decir con alivio y gratitud que salió bien. Su lucha me enseñó, una vez más, que la vida es frágil, pero también increíblemente resiliente.


La canción dice que “año nuevo, vida nueva”, y aunque el cambio de calendario no borra el pasado, sí abre la puerta a nuevas oportunidades. Este 2025 quiero llevar conmigo las lecciones que aprendí: valorar más a las personas que amo, atreverme a soñar en grande y no postergar la felicidad. Cada año que comienza es una invitación a reescribir nuestra historia, a ser valientes y, sobre todo, a vivir plenamente.


No puedo despedir este año sin agradecer profundamente a mi familia, quienes han sido mi roca. A mi mamá, por su amor y paciencia; a mi abuela, por su valentía y ejemplo; y a mi tío Felipe, por ser un apoyo constante y un ejemplo de bondad y generosidad. También quiero agradecer quienes ya no están conmigo, como mi tío Sebas, por dejarme un legado de amor que sigo llevando en el corazón. Ustedes son mi refugio, mi fuerza y mi motor.


También quiero dar las gracias a mis amigos, esos compañeros de vida que llenan los días con risas, apoyo incondicional y aventuras inolvidables. En los momentos difíciles, su presencia fue un recordatorio de que no estoy sola, y en los felices, compartimos juntos la magia de vivir.


Y a ti, querido lector, gracias por estar aquí, por dedicarme unos minutos de tu tiempo y por permitir que estas palabras sean un puente entre nosotros. Tu compañía, aunque silenciosa, me motiva a seguir compartiendo, escribiendo y soñando en grande.


Hoy cierro el 2024 con el corazón dividido pero lleno de esperanza. A quienes siguen en este viaje conmigo, gracias. Y a quienes ya no están, los llevo siempre en mi corazón.


Que el 2025 sea un año lleno de historias para contar, aprendizajes que celebrar y sueños que perseguir.


Con cariño, esperando que me sigan leyendo en este nuevo año,

Valentina C. Villada.

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