top of page

Nadie está viendo la película de tu vida

Querido lector,


Llevaba meses queriendo volver a escribir. Lo pensé muchas veces: cuando algo me pasaba, cuando tenía una idea bonita o simplemente cuando sentía que necesitaba soltar. Pero por alguna razón, no lo hacía. Siempre encontraba una excusa: que no tenía tiempo, que ya nadie leía blogs, que a nadie le importaba realmente…


ree

Y es curioso, porque empecé Cartas a Nadie precisamente porque me gusta escribir. No por los likes ni por los comentarios (aunque claro, se siente bien cuando alguien conecta contigo), sino porque disfruto poner en palabras lo que pasa por mi cabeza. Pero en algún punto dejé que el ruido me ganara. Empecé a pensar demasiado en si valía la pena, en si alguien realmente se detenía a leer lo que escribía, en si no estaba perdiendo el tiempo. Incluso estoy segura de que la mayoría de mis amigos y familiares cercanos ni lo leen.


Hasta que un día, entre tantas vueltas mentales, me di cuenta de algo bastante simple: nadie está viendo la película de mi vida.


Sí, así de sencillo. Nadie está mirando cada decisión que tomo, cada cosa que publico o dejo de publicar, cada proyecto que empiezo y no termino. Nadie está tan pendiente de mí como yo misma. Y de repente, todo ese miedo al “qué dirán” empezó a perder peso.


Porque la verdad es que muchas veces no hacemos cosas por eso: por miedo a que alguien nos juzgue, a que piensen que fracasamos, a que crean que somos incoherentes o que no sabemos lo que queremos. Pero en realidad, todos están demasiado ocupados guionizando su propia película. Y si acaso alguien te presta tanta atención, bueno, como diría Taylor Swift: “it’s actually romantic.”


La verdad es que dejé de escribir porque me dio miedo sentir que estaba hablando sola. Que estaba gritando al vacío. Y a veces lo sigo sintiendo, no te voy a mentir. Pero me di cuenta de que no tiene nada de malo hablar sola de vez en cuando. Que escribir, aunque nadie lo lea, sigue teniendo sentido si lo disfruto.


Es como bailar en tu habitación con la puerta cerrada: nadie te ve, pero igual lo haces porque te gusta.

Y creo que eso aplica a muchas cosas. A veces queremos compartir lo que hacemos solo si “vale la pena”, si va a tener éxito, si va a gustar. Pero no todo lo que nos gusta tiene que tener una finalidad. No todo tiene que ser productivo, rentable o validado por otros. A veces las cosas simplemente nos hacen bien, y eso debería bastar.


Escribir me hace bien. Me da una sensación de calma que pocas cosas logran. Me ayuda a entenderme, a ver con más claridad lo que a veces siento y no sé cómo explicar. Y si alguien llega hasta aquí, si alguien se identifica o sonríe un poquito al leer esto, entonces ya valió la pena.


Hace poco alguien me dijo que somos demasiado duros con nosotros mismos porque pensamos que el resto del mundo está tan pendiente como nosotros lo estamos de nuestras propias vidas. Pero no. La gente no se fija tanto. Todos están pensando en sí mismos, en sus problemas, en su historia. Así que no pasa nada si te equivocas, si cambias de idea, si te contradices o si simplemente desapareces un rato y luego vuelves.


Yo volví. Y puede que en unos meses vuelva a desaparecer. O no. Pero esta vez quiero que sea distinto. No quiero escribir desde la presión, ni desde la obligación de “mantener el ritmo”, ni desde la culpa de sentir que dejé algo botado. Quiero escribir porque me da gusto hacerlo. Porque lo necesito. Porque me gusta sentarme con una taza de café (o dos, o tres) y soltar lo que llevo dentro.


Y si nadie lo lee, no pasa nada. Porque no todo tiene que ser visto para tener valor.


Supongo que eso también es parte de crecer: entender que no todo lo que hacemos tiene que tener un público, que no necesitamos una audiencia para validar nuestras pasiones. Que podemos hacer cosas solo porque sí.


Así que, si también dejaste algo que te gustaba porque pensaste que “ya para qué”, te entiendo. Pero ojalá esto te sirva como una pequeña señal para volver. A escribir, a pintar, a grabar videos, a cocinar, a correr, a hacer lo que sea que te hacía sentir bien. Nadie está mirando con lupa. Nadie te está esperando con una libreta de críticas en la mano.


Y si alguien lo está… bueno, qué romántico, ¿no?


Con cariño,

Valentina C. Villada

 
 
 

Comentarios


bottom of page