RECORDAR CON AMOR ES VENCER LA MUERTE
- Valentina C. Villada
- 30 oct 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 30 abr
Queridos lectores,
Se acerca el primero de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, y las familias mexicanas ya están preparando sus altares para recordar a sus seres queridos. Aunque en México la celebración principal es el 2 de noviembre y comienza desde el 28 de octubre, el ambiente ya se llena de colores, olores y símbolos que honran la memoria de quienes han partido. Esta hermosa tradición ayuda a comprender la muerte como una parte natural de la vida y nos enseña que el recuerdo también puede ser motivo de alegría.

En Colombia, sin embargo, sigue siendo un día más, marcado solo por su significado católico, y, generalmente, se aprovecha para disfrutar de un “puente” en el calendario. A lo sumo, se celebran misas en las parroquias, donde los asistentes oran por sus familiares fallecidos. Sin embargo, para mi tío Sebastián, este día significaba mucho más. A lo largo de los años, desarrolló una profunda fascinación por la cultura mexicana, especialmente por el Día de Muertos. Su sueño era algún día conocer México y visitar la Basílica de Santa María de Guadalupe. A medida que íbamos perdiendo seres queridos —mi papá, mi abuelo, tíos y primos—, su interés por esta celebración crecía, buscando en ella una forma distinta de recordar con amor y sin pesar.
Así que este año, el Día de los Fieles Difuntos tiene un significado especial para mí. Recuerdo el amor de Sebas por esta tradición, y cómo, hace un año, decidió hacer su primer altar de Día de Muertos en casa. No era mexicano, pero su respeto y cariño por esta tradición lo llevaron a adoptarla como si lo fuera, convencido de que este acto de memoria tocaba una fibra personal y profunda. Sentía que el altar era más que una tradición: era una oportunidad para invitar a quienes amamos a “volver” con nosotros, aunque solo fuera por una noche. A través de fotos, velas, alimentos y flores, mi tío había encontrado un modo de recordar sin el peso de la tristeza, transformando la ausencia en presencia a través de cada elemento.
¿Pero de qué va esta tradición? El hacer altares en Día de Muertos tiene raíces profundas en la historia y en el corazón de México. Cada primero de noviembre, las familias mexicanas crean un espacio sagrado que une lo terrenal con lo espiritual, honrando la memoria de quienes ya no están físicamente. Los altares, compuestos por fotos, alimentos, bebidas, velas y flores de cempasúchil, se vuelven más que un homenaje: son un puente que invita a los seres queridos a “regresar” a casa, a compartir un momento entre quienes aún los recuerdan. Esta tradición es, en esencia, un acto de amor que nos permite recordar que la muerte no es el final cuando recordamos desde el amor.
Sebas decía que el altar era una forma hermosa de mantener vivos a quienes se han ido. Su devoción hacia esta tradición creció con cada pérdida que enfrentamos. Para él, el altar no era solo un ritual; era una manera de hablar con nuestros difuntos y de hacerles saber que, aunque ya no están físicamente, siguen siendo una parte esencial de nuestra vida. En los altares, mi tío encontró un refugio, un rincón donde recordar y honrar sin que la nostalgia se convirtiera en peso.
Hoy, aunque mi abuela muestra algo de resistencia a tener un altar en casa, encontré la forma de hacer uno en mi habitación, porque siento que es una manera de reconectar con ellos y de sentirlos cerca, de una manera más pacífica y amorosa. Para quienes también quieran intentarlo, aquí les dejo algunos pasos para crear un altar sencillo en casa:

1. Elige un espacio: No debe ser necesariamente grande, puede ser en una mesa pequeña o en una repisa. Lo importante es que sea un lugar significativo y tranquilo.
2. Fotos: La imagen es importantísima, ya que significa su presencia en el altar.
3. Objetos o alimentos: Puedes colocar algo que te ayude a recordarlos. Puede ser alguna bebida, un dulce o algún objeto que evoque su personalidad. Además, un vaso de agua también ayuda a “saciar” la sed de los espíritus, mientras que un poco de sal simboliza la purificación del alma.
4. Flores y velas: Si puedes conseguir flores de cempasúchil, úsalas para decorar y crear un sendero simbólico (yo coloqué algunos girasoles). Las velas serán sus guías y representan la luz en su camino.
5. Escribe una carta: Dedícale algunas palabras, una carta o haz una reflexión en su honor. Leerlo en voz alta puede ser un momento de conexión especial.
Así que este año, mientras las familias en México y el mundo celebran a sus muertos, seguiré el ejemplo de Sebas y crearé un altar en su honor, para celebrar su vida y la de quienes nos dejaron antes. Tal vez ellos también se acercarán a recordar, a sonreír, a escucharnos. Porque en cada altar, por sencillo que sea, el amor es la esencia que nos mantiene unidos, más allá del tiempo, la distancia e incluso la muerte.
Que cada vela y cada recuerdo iluminen nuestro camino y el de ellos.
Con cariño,
Valentina C. Villada.
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