top of page

Reflexiones de una chica adolescente de 27

Querido lector,


¡Feliz cumpleaños a mí y al millón de personas que también cumplen años hoy! Siempre mi cumpleaños ha sido una fecha importante y que me encanta celebrar. Mi familia siempre se encargó de hacerme fiesta (o reuniones privadas) con mis amigos y personas más cercanas, y eso se convirtió en una tradición para mí. Aunque confieso que cada tanto desearía tener a alguien que me organizara una fiesta sorpresa, pero bueno… en algún momento pasará (espero).


ree

El caso es que, aunque es una fecha importante, también es una fecha nostálgica; principalmente porque extraño a personas que ya no están presentes en mi vida, y porque creo que los cumpleaños son una excusa perfecta para hacer un pequeño inventario emocional. Ver qué hemos aprendido. Replantearnos lo que queremos cambiar.


Hay una frase de Taylor Swift que me encanta y me identifica:

“How can a person know everything at 18 but nothing at 22?”

Y aunque tengo 27 y sigo sin saberlo todo, lo cierto es que he aprendido un par de cosas que a los 20 no sabía (o no quería aceptar):



1. No todo el mundo se va a quedar



Durante los últimos ocho años he tenido que enfrentar muchas pérdidas dolorosas. Sobre todo porque han sido muertes. Y eso, inevitablemente, me hizo querer aferrarme más fuerte a las personas que tenía cerca. Como si sostener con fuerza una relación fuera suficiente para que no se acabara nunca.


Pero con el tiempo entendí que hay vínculos que no terminan por una pelea ni por una traición. Simplemente se terminan porque esa persona ya cumplió un ciclo en tu vida, y tú en la suya. Y aunque eso duela, también es parte de crecer: aprender a cerrar capítulos sin resentimiento, solo con gratitud.



2. El éxito no es urgente



Este punto me ha costado muchísimo. Porque crecimos con la idea de que si no lográbamos todo antes de los 30, ya era muy tarde. Como si después de esa edad dejáramos de valer. Como si se nos cerraran todas las puertas o ya no tuviéramos derecho a soñar.


Pero hoy entiendo que el éxito no es una carrera contra el tiempo. Ni siquiera tiene una definición universal. Cada uno tiene que preguntarse qué significa el éxito para sí mismo. Y a partir de ahí, ir a su propio ritmo. Porque a los 30 también se empieza. A los 40 también. A los 50 también.



3. Descansar también es avanzar



Esta fue, quizás, la lección más dura de todas. Llevaba años corriendo. Viviendo la vida como si todo fuera una lista por tachar. Trabaja, cumple, logra, no pares. Sentía culpa por descansar. Sentía que si me detenía, fracasaba.


Hasta que colapsé. Y el cuerpo me obligó a parar. Estando hospitalizada entendí algo que nunca había querido aceptar:

a veces, solo hay que existir.

No hacer. No planear. No conquistar. Solo estar.

Y eso también es avanzar.


Hoy cumplo 27, y sigo sin tener todas las respuestas. Pero sé que sé más que ayer.

Y sé que todo lo vivido me ha traído hasta aquí.


Gracias por leerme.

Y si tú también estás cumpliendo años, o creciendo, o soltando algo… feliz todo para ti también.

Nos merecemos celebrarnos.


Con cariño,

Valentina C. Villada.

 
 
 

Comentarios


bottom of page